jueves, 9 de febrero de 2012

El Bataraz (en honor a Rosencof)


11 años y pico, che. ¿Quién lo creería?


La verdad es que no creí que te vería otra vez. Lucís más pequeño, más viejo y más loco, pero algo nuevo brilla en tus ojos. 

La verdad, te admiro, carajo. Estoy segura que yo hubiera muerto a los 6 meses. Pero no tú, tú no. Ese algo nuevo lo demuestra. Cómo te jodieron esos cabrones. Te jodieron pero no te quebraron. ¿Cómo hiciste?


...



¿Las palabras? ¡Anda, no jodás! ¿A que no fue el Tito? 


Bueno, bueno, te creo. 


Entonces, por favor, describime qué veías más allá del 2x2. Ayudame a conservar la cordura.


¿Recuerdos del mundo? ¿Recuerdos de tu vida pasada? Ahhh… no creo que eso me ayude a mí, me moriría de tristeza antes que por los culatazos o las infecciones. 


¿Ah, no? Pues sí, tenés razón. A algo hay que aferrarse.


...



Desde que supe que eso se le podía hacer a una persona, me preguntaba cómo sería el encierro, ¿sabés? 

¡Carajo!, a veces me imaginaba vacía mi pieza y clavaba la mirada al techo o a una esquina. Nunca duré más de diez minutos, che. Sentía ese puto escalofrío subírseme por las piernas y hasta la coronilla para saltarme a los ojos y decirme: “¡Hola, ya llegué! Vine a quedarme para siempre”. En el pináculo de la desesperación, aparecía la locura, ora como salvación, ora como sentencia de muerte en vida. 

“Qué mierda”, decía yo, “no voy a servir pa´ ni poroto en la lucha”.



...


Sí, ya sé que por muy pelotudo que fuera, el gallito te ayudó. No te hagás pendejo, che, sé cómo te dolió verlo clavado y coronado de alambre. Pero te puso a pensar, lo sé bien. Primero llega y lo tratan como la persona que dejaste de ser en cuanto te encerraron. Luego, se aburren y lo tratan como el pedazo de mierda en el que te convierten cuando gozan de poder impune. Compañero en las buenas y en las malas. 


Sólo así se puede sobrevivir.


...


¿Las palabras otra vez? 


Sí, al menos eso no te lo pueden quitar. Dejame adivinar… A que tu palabra favorita era ‘agua’. “No sólo de pan vive el hombre”, algún humanista dijo. Estoy muy de acuerdo y tú lo probaste. También de palabras vive, nace y se alimenta.


...


¿Alguna vez pensaste que podías salir? Digo, ¿realmente te acostumbraste a las cercas o podías ver un final? No pregunto por joder, en serio. Pregunto porque, para mí, o la esperanza me mataba la razón o el cinismo de la costumbre me hacía creerme ama y señora de mi rincón… Tenés razón, al final, el resultado iba a ser el mismo. 


‘Tá bien, me callo, perdón. 


Bueno, che, pero no te quedés callado, contame una historia o el silencio va a matarme. 


No, mejor, escribime dos obras de teatro: una en la que un gallo y un hombre se pelean a muerte y otra en la que una pelusa ombliguera mira directamente al sol...



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