lunes, 4 de junio de 2012

El recurso del método o Dictatorship for dummies


Pregunta: ¿Cómo levantas a un tirano en el poder?

R: Hay varias formas de hacerlo. Primero, si tienes un gobierno pusilánime y bueno para nada –o por el contrario, si es justo y vela por la seguridad del pueblo-, basta con que reúnas tu ejército y, cuando menos se lo esperen, das un golpe de Estado e instauras el orden a punta de bayoneta. Si ya tienes un tirano en el poder pero como que no te gusta su forma de proceder, levantas al pueblo para que ellos hagan el trabajo sucio y muy sutilmente asumes el control. Si de plano eres uno de esos idealistas corazón-de-pollo y te duele ver cómo oprimen a tu pueblo; pues bueno, te levantas con el resto de tu gente, pelean, derrocan al mal gobierno... pero alguien debe mandar ¿no? El país no puede quedarse sin un líder. No te apures, seguro serías un gran presidente... todo se haría a tu manera, ¿qué tal te suena eso, eh? ¿Verdad que suena lindo?




Pregunta: ¿Cómo se mantiene a la oligarquía en el poder si vivimos en un mundo moderno?

R: Ah, muy fácil. Si tienes la fortuna de vivir en América Latina, te sacaste el premio gordo. Digo, es bonito pensar que somos una “democracia”, que tenemos “soberanía” y todos esos hermosos mitos sobre los que se funda nuestra gran nación... pero tú y yo sabemos que no es tanto así, ¿me entiendes? Es decir, si funcionaba el sistema económico-político colonial, ¿para qué vamos a andar cambiándolo? ¿Sería un tanto ocioso, no? Mejor, para que nadie se enoje, nos quedamos con el mismo edificio y sólo lo pintamos de otro color, más chillante y más bonito. Ahora, como a una mujer vieja y fea, dar el gatazo de belleza te va a costar tu atención y trabajo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Recuerda la regla número 1 del manual: Debes hacerle creer al vulgo que te necesitan para vivir mejor. Entonces, aprópiate de los medios de comunicación, con eso, ya la armaste porque se encargarán de tu imagen pública. Debes hacer ver a los revoltosos como criminales; si te los chingas, eres un héroe. Échales la mano a los verdaderos criminales para que hagan su desmadre por aquí y por allá, nada demasiado aparatoso; los atrapas, les das unos manacitos y luego los sueltas para volver a “salvar a tu pueblo”. Y por sobre todo –esto es bien importante-, regla número 2 del manual: gánate a los de los medios, a los del dinero y a los de las armas. Vende y condecora, créate todo un gabinete del que esperes total fidelidad (pero siempre desconfía... un rey... ejem... perdón, un presidente no puede darse el lujo de depositar su entera confianza en nadie... no olvides que este negocio es peligroso).




Pregunta: ¿Qué hago si mi manada empieza a descarrilarse? Cada vez son más y se alzan bajo una misma bandera... ¡no puedo desaparecerlos o darles gastritis a todos!

R: A ver, pedazo de estúpido. Regla número 3 del manual –“Subyugación” de kínder, caramba-: Despedaza todo mito que incite o favorezca la rebeldía. Héroes agrarios, obreros mártires, estudiantes-promesa-del-futuro... Eso está bien para monografías y demás chacharitas escolares, pero que se quede hasta ahí. Busca todo foco infeccioso y destrúyelo: libros, cuadros, revistas o pobres infelices que no saben con quién se meten. Ya verás cómo se aplacan si sacudes el garrote tantito en el aire. Además, ¿para qué chingados te sirven la tele, la radio y el periódico si no los vas a usar para apendejarlos?



Pregunta: ¿Dónde puedo aplicar todos estos conocimientos?

R: Básicamente donde sea, pero si eres principiante, te recomiendo América Latina... Ahí cualquiera empieza bien (aprovecha las condiciones que te preparan tus antecesores).

Pregunta: ¿Y si meto la pata o las cosas se salen de mi control?

R: Sólo te queda gritar a todo pulmón: “¡Coño de madre! ¡Hijo de puta!”. (O te esperas un rato, dejas que las cosas se enfríen y luego regresas).



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