Pregunta: ¿Cómo
levantas a un tirano en el poder?
R: Hay varias formas de hacerlo. Primero, si tienes un gobierno
pusilánime y bueno para nada –o por el contrario, si es justo y vela por la
seguridad del pueblo-, basta con que reúnas tu ejército y, cuando menos se lo
esperen, das un golpe de Estado e instauras el orden a punta de bayoneta. Si ya
tienes un tirano en el poder pero como que no te gusta su forma de proceder,
levantas al pueblo para que ellos hagan el trabajo sucio y muy sutilmente
asumes el control. Si de plano eres uno de esos idealistas corazón-de-pollo y
te duele ver cómo oprimen a tu pueblo; pues bueno, te levantas con el resto de
tu gente, pelean, derrocan al mal gobierno... pero alguien debe mandar ¿no? El
país no puede quedarse sin un líder. No te apures, seguro serías un gran
presidente... todo se haría a tu manera, ¿qué tal te suena eso, eh? ¿Verdad que
suena lindo?
Pregunta: ¿Cómo se mantiene a la oligarquía en el poder si vivimos en un
mundo moderno?
R: Ah, muy fácil. Si tienes la
fortuna de vivir en América Latina, te sacaste el premio gordo. Digo, es bonito pensar
que somos una “democracia”, que tenemos “soberanía” y todos esos hermosos mitos
sobre los que se funda nuestra gran nación... pero tú y yo sabemos que no es
tanto así, ¿me entiendes? Es decir, si funcionaba el sistema económico-político
colonial, ¿para qué vamos a andar cambiándolo? ¿Sería un tanto ocioso, no?
Mejor, para que nadie se enoje, nos quedamos con el mismo edificio y sólo lo
pintamos de otro color, más chillante y más bonito. Ahora, como a una mujer
vieja y fea, dar el gatazo de belleza te va a costar tu atención y trabajo las
24 horas del día, los 7 días de la semana. Recuerda la regla número 1 del
manual: Debes hacerle creer al vulgo que te necesitan para vivir mejor.
Entonces, aprópiate de los medios de comunicación, con eso, ya la armaste
porque se encargarán de tu imagen pública. Debes hacer ver a los revoltosos
como criminales; si te los chingas, eres un héroe. Échales la mano a los verdaderos
criminales para que hagan su desmadre por aquí y por allá, nada demasiado
aparatoso; los atrapas, les das unos manacitos y luego los sueltas para volver
a “salvar a tu pueblo”. Y por sobre todo –esto es bien importante-, regla
número 2 del manual: gánate a los de los medios, a los del dinero y a los de
las armas. Vende y condecora, créate todo un gabinete del que esperes total
fidelidad (pero siempre desconfía... un rey... ejem... perdón, un presidente no puede
darse el lujo de depositar su entera confianza en nadie... no olvides que este
negocio es peligroso).
Pregunta: ¿Qué hago si mi manada empieza a descarrilarse? Cada vez son
más y se alzan bajo una misma bandera... ¡no puedo desaparecerlos o darles
gastritis a todos!
R: A ver, pedazo de estúpido. Regla
número 3 del manual –“Subyugación” de kínder, caramba-: Despedaza todo mito que
incite o favorezca la rebeldía. Héroes agrarios, obreros mártires,
estudiantes-promesa-del-futuro... Eso está bien para monografías y demás
chacharitas escolares, pero que se quede hasta ahí. Busca todo foco infeccioso
y destrúyelo: libros, cuadros, revistas o pobres infelices que no
saben con quién se meten. Ya verás cómo se aplacan si sacudes el garrote tantito en el
aire. Además, ¿para qué chingados te sirven la tele, la radio y el
periódico si no los vas a usar para apendejarlos?
Pregunta: ¿Dónde puedo aplicar todos estos conocimientos?
R: Básicamente donde sea, pero si eres principiante, te recomiendo
América Latina... Ahí cualquiera empieza bien (aprovecha las condiciones que te
preparan tus antecesores).
Pregunta: ¿Y si meto la pata o las cosas se salen de mi control?
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