lunes, 8 de julio de 2013

Acto de prestidigitación

¡Señoras, señores, caballero, damita, mi niño, mi niña! Ante tan distinguido público realizaré un acto imposible, imposible, digo, para los inexpertos, pero un juego de diario para el maestro que domina los elementos. Convertiré estos besitos que mi bebé (¡muchas gracias, preciosa, yo también te quiero aunque me distraigas...!) me manda desde su sillita en....¡bichitos! "¿Cómo?", preguntarán ustedes. Muy sencillo, gente bonita, namás pongan mucha atención, pues aunque sea un juego para mí, requiere de mucha energía vital y concentración. Por favor, acérquense y fíjense que no escondo nada bajo las mangas, bajo el mantel, bajo la mesa, bajo mi sombrero... ¡Nada! Pues vean ustedes: Aquí tengo los besitos, tan normales como los de cualquiera, sólo que más bonitos porque son de mi niña... ¡En fin, en fin! Observen con cuidado... esta S esconde algo dentro de sí... se ve tranquila, quieta y obediente, pero no. Le gusta jugar y esconderse más atrás. A mi orden, esta S brincará y... ¡ZIM-ZALABÍM: se convierte en una hermosa CH! Gracias, gracias, pero es muy pronto para sorprenderse, porque todavía no acabo. Estos besitos ahora son bechitos, pero aún no bichitos, ¿verdad? ¿Cómo sacar bichitos? Aaaaahhhh... pues déjenme decirles que el mágico proceso es inevitable ahora. Vean que después de la E, sigue la CH y luego la I, que están juntas, confabuladas en esta transformación. A mi orden, haremos correr muy rápido a todas las involucradas y la CH y la I arrojarán un lazo sobre la E y la jalarán hacia donde están ellas... 1, 2 y ¡SHAZÁM: esa E se convierte en I! Y así, señoras, señores, caballero, damita, mi niño, mi niña, ¡ahora ustedes se llenan de bichitos! ¡Gracias, muchísimas gracias, bellísimo y distinguido público! Sus aplausos son la mejor recompensa. Pero ya saben ustedes que los aplausos no llenan barrigas, así que les pedimos unas moneditas, lo que sea su voluntad, para seguir deleitándolos con más hazañas como esta de la que fueron testigos hoy.

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