Los mitos según Barthes desmoronan falacias. Por medio de observaciones detalladas y profundas (con un toque sarcástico), develan que un hecho presentado como natural en realidad es una articulación de situaciones históricas.
Me parece que el fenómeno del pimp, la hoe y los daws se presta para ser visto bajo la lupa barthiana.
Desde hace
un par de años, cuando, por equivocación o por aburrimiento, uno ponía el canal
de MTV, Much Music o TeleHit (¿todavía existe?), era altamente probable que en
los tres se vieran, al mismo tiempo, videos de LL Cool J, Lil’ Kim, Snoop Dog,
50 Cent, Lil’ Wayne o cualquier otro, cantando y bailando entre bling-blings, mujeres voluptuosas,
sudorosas y semidesnudas, autos ‘tuneados’, guaruras enormes y de fondo, una
fiesta de la block o un loft VIP.
De esta manera, tenemos una interesante mezcla de pobreza y lujo, ingenio y
monotonía (más o menos se puede establecer que esa es la temática general del hip-hop y el gangstah-rap estadounidenses).
Es como si la condición del negro (perdón,
afroamericano) aún se definiera por su marginalidad, tanto en lo económico como en lo social.
Ejemplos como los anteriores nos muestran lo que es el actual “black
american dream” (Martin Luther King y Malcolm X se quedaron un poco atrás, según
parece): teniendo orígenes humildes, el negro es consciente de su estatus y
entiende que la única forma de trascender es cantar o bailar su camino hacia una vida de éxito (en el más puro sentido capitalista), en la que
finalmente será ‘alguien’: podrá dejar atrás el asqueroso y violento hood; tendrá dinero y fama, lo cual, a
su vez, acarreará respeto.
Ahora, observemos el asunto con más detenimiento: para promover y
mantener su imagen, el “artista” afroamericano, debe demostrar que viene de los
barrios más bajos; sus actuaciones deben reflejar el rechazo, la humillación,
el deseo de libertad y deben exaltar placeres de la vida como el sexo, las
drogas y el infundir miedo/respeto. Así pues, está obligado a mantenerse en
contacto con sus raíces para legitimar su ascenso a una posición alta, en una
realidad “opuesta”, en teoría. Debe permanecer “auténtico”, “fiel”, a pesar del
dinero; su público (perteneciente a las clases más bajas) le permitirá y validará
su ascenso personal, sólo a condición de no perder contacto con ellos.
¿Cómo suele manifestarse esa “autenticidad”? Se dice que una persona es the real deal cuando cumple con
características específicas. En el caso masculino, tenemos las figuras del pimp, quien tiene a su servicio miles de
mujeres, sabe jugar sus cartas, es despiadado y ostenta su poder sin tapujos; por
otro lado tenemos el dawg, que sufrió terribles abusos, es un amigo leal, no teme morir en la calle, pero que también tiene una
parte sensible. En el caso femenino, sólo tenemos un estereotipo: la hoe, apócope de whore (bueno, existe la honey, que es casi lo mismo, pero más linda y un poco más querida), apelativo acuñado, claro está, por los
hombres. El sexo suele ser la herramienta de este personaje para mostrar otras
cualidades, ya sean actitud, inteligencia o codicia. (De hecho, el rito de
iniciación en la mayoría de las pandillas para los hombres es ser golpeado por
todos los miembros; para las mujeres, es acostarse con todos los que pueda).
Se piensa que la posibilidad de que un negro tenga éxito en la industria
cultural es una clara manifestación de la "democracia americana". Sin embargo, a
pesar de que, históricamente, los afroamericanos son autores y máximos
exponentes de una extraordinaria y rica variedad de ritmos como el blues, el jazz, el swing, el R&B, el
rock entre otros, hoy en día sólo el hip-hop o el rap son géneros
que reflejan (desde lo "musical") ante el mundo la “verdadera” negridad
del pueblo (no digo “negritud” porque tal término se refiere a movimientos
literario-políticos y la confusión resultaría ofensiva). ¿Dónde quedan las aspiraciones del Movimiento por los Derechos Civiles? El mensaje es degradante y reductor, en mi opinión. ¿Está bien si un negro se vuelve académico, artista, investigador o
presidente, pero es mejor que cante y/o baile para triunfar porque es más "acorde con su naturaleza"?
Tal parece que la idea colonialista de siglos anteriores sobre el negro
salvaje, brutal, sin alma y llevado sólo por sus instintos subsiste a través
de los estereotipos mencionados más arriba. Aun cuando tiene una especie de consciencia
de clase, desconoce el devenir histórico de su “raza”, lo cual lo encauza en un
sueño iluso de superación individual*. Pero si la autenticidad del negro radica
en su marginalidad y orígenes violentos, entonces eso quiere decir que deben
persistir las condiciones económicas y sociales para conservar esa aura; en vez
de romper con el paradigma de discriminación o abuso, se le enseña al negro a desear su perpetuación (cosciente o insconscientemente) y así obtener la oportunidad de someter a otros a su voluntad. El sueño de una sociedad más
justa ya no se explicita, sólo constituye una utópica charada que justifica el
deseo de ascender en la jerarquía social.
*Muy deferente de varias corrientes del rap en Francia. En Marsella especialmente, la continua llegada de población africana y árabe, las políticas migratoria discriminantes y un fuerte deseo de justicia social hace que muchos artistas mezclen tradiciones con un claro mensaje de resistencia y denuncia (sin caer en lo panfletario).
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