Desde hace tres años, he sido ayudante de profesor en la materia de Filología Hispánica en los dos últimos semestres de la carrera de Letras Hispánicas (realmente no se hace trabajo filológico como tal, sino que se ejercitan, a nivel básico, diferentes ámbitos de la gramática histórica: fonética y fonología, morfosintaxis y semántica-pragmática). Es una bonita materia (con el maestro adecuado, como siempre), pero muy temida entre los estudiantes del colegio.
Este año, después de algunos cursos de actualización docente y seria reflexión acerca del valor de la asignatura y su relación con los alumnos, decidí escribirles una carta a modo de bienvenida.
Lo único que tenía en mente al momento de escribir era ser honesta y así, abrir aunque fuera una pequeña brecha para compartir con ellos una de las tantas maravillas del lenguaje. (¿Mi inspiración principal? Agüe Toño, alias "Antonio Alatorre").
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México, Ciudad Universitaria, a 6 de agosto de 2013.
Salud, compañero:
Ya estás en 7° semestre. Ojalá
que sin materias pendientes o, por lo menos, con muy poquitas. Pero si alguna
de esas materias es Español, Fonética y Fonología, o incluso Introducción a la
Lingüística, te recomiendo detenerte aquí mismo y pensar bien tu siguiente
jugada.
Si no estás
muy seguro de tus bases, mejor regresa sobre tus pasos y resuelve aquello
primero, así te evitarás sufrimientos innecesarios y ahorrarás tiempo valioso.
“Filología Hispánica” suena más ruda de lo que en realidad es, pero quizás sea,
en efecto, más ruda de lo que te imaginas. En cualquier caso, todo depende de
cómo asumas la situación: puedes entrar con miedo o arrogancia y sufrir las
consecuencias, o puedes entrar dispuesto a aprender algo nuevo y terminar
divirtiéndote.
No te
mentiré, la cosa puede ponerse difícil o confusa en el camino, pero vale la
pena. Si no te interesa la lingüística, si no pretendes dedicarte a la
filología, si tu prioridad no es reunir los conocimientos básicos para elaborar
ediciones críticas de obras antiguas, si la gramática histórica no te parece
necesaria para desempeñarte como
profesional, está bien. Es tu derecho, tu futuro y, al fin y al cabo, tu vida.
Sin
embargo, he de aclararte algo: esta materia (tan temida, odiada y tristemente
vilipendiada) sí tiene sentido, sí tiene un propósito y sí tiene utilidad más
allá del salón de clase o la carrera misma. Los conocimientos teórico-prácticos
que te ofreceremos te permitirán tener una visión más profunda del lenguaje y
te presentarán nuevos niveles de goce estético[1], no
importa qué periodo, corriente literaria, género o autor se haya robado tu
corazoncito.
Pero esto
no sólo se limita a la palabra escrita.
Si de
casualidad vas en el micro, en el metro o estás atorado en una sala de espera
sin material de lectura (libro, revista, periódico o caja de medicinas) a la
mano, siempre puedes parar oreja y escuchar a la gente. Escucharás, tal vez,
niños que dicen ayós al despedirse o
que algo les da mucho meyo, chavos
que digan “’ira, ¿vistes que hay 2x1?”, doñas Chío, Toña o Concha que esperan “que todavía haiga jitomates”, viejitos que hablen de
la calor que hace, de que las
plañideras son señoras que le lloran a un muertito por dinero y hablantes en
general que alternen “llave” y “clave” en su discurso diario (lo cual te sonará
a lo mismo, pero extrañamente diferente).
Escucharás
todo esto y sabrás por qué: Por qué la gente habla como habla y dice lo que
dice; entenderás cómo procesos lingüísticos que operaron hace siglos siguen
operando ahora mismo, ¡todo el tiempo!; que tanto sonidos como significados
obedecen ciertas reglas y, sobre todo, caprichos, chistes y despistes de los
hablantes (como tú comprenderás). En fin, escucharás, inferirás los motivos o
procesos tras bambalinas y, con suerte, lo disfrutarás.
En fin, sea
cual sea tu plan después de terminar la carrera, te hago una última sugerencia:
trata de no pensar en la calificación, sino en aprender y sacar provecho del
conocimiento; ponte a prueba y busca todas las soluciones posibles antes de
seguir adelante. Por muy raro que parezca, eso te servirá no sólo en la vida,
sino al momento de resolver nuestros terroríficos exámenes.
Va un salud
de nuevo y Alá quiera que te vea del otro lado.
[1] Asumo –romántica…
tal vez ingenuamente– que estás aquí porque amas alguno, varios o todos los
aspectos de la lengua.